
En mi país, Panamá, el Álamo no es un árbol de nuestra tierra, pero religiosos lo hemos traído desde Cuba, y cada día hay más. El mío aún está pequeño. Sé que mi padrino, Héctor González y mi compadre y oriaté de la casa Lennin Pazmiño los trajeron hace tiempo, y ya son árboles grandes, al servicio de todos los religiosos!